EL HOMBRE DE ORCE

El Hombre de Orce es un fósil óseo hallado en 1982 por el equipo del paleoantropólogo Josep Gibert i Clols en el yacimiento de Venta Micena, pedanía del municipio español de Orce, en la provincia de Granada (Andalucía). También se le conoce como fósil VM-0. Varios investigadores propusieron que el fósil era de origen animal en lugar de humano, creando una gran controversia. Los defensores de esta teoría se basaban en la presencia de una cresta en el fósil para afirmar que se trataba de restos de un équido y no de un humano como el profesor Gibert defendía. El Louvre de París fue una de las instituciones que más atacó la veracidad del resto fósil. Sin embargo, el hallazgo de un cráneo de época romana con una cresta semejante a la encontrada en el Hombre de Orce, además de los estudios químicos que demuestran la presencia de elementos exclusivamente humanos (albúmina), avalan la naturaleza humana del fósil. Por otro lado, estos análisis inmunológicos nunca fueron considerados concluyentes, pues resultaba raro y sospechoso que un fósil tan antiguo conservara cantidades tan grandes de albúmina. Los estudios muestran que la antigüedad próxima del fósil está en torno a 1,3 millones de años. En la zona se han encontrado piezas manipuladas por el hombre con una fecha estimada de 1,4 millones de años de antigüedad en los yacimientos de Barranco León y Fuente Nueva 3.

martes, 23 de mayo de 2017

ASÍ SE REPARTÍAN LAS PRESAS EN EL PLEISTOCENO


SINC, la ciencia es noticia.El Servicio de Información y Noticias Científicas. lunes, 22 de mayo de 2017
Así se repartían las presas entre carnívoros y homininos en el Pleistoceno.
Un modelo matemático permite evaluarlo.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga ha desarrollado un modelo matemático capaz de evaluar la disponibilidad de alimento durante el Pleistoceno inferior para carnívoros y homininos, un momento previo a la llegada de las primeras poblaciones humanas a Europa. El estudio propone nuevas causas para explicar el retraso de presencia humana en el continente europeo.

El investigador Guillermo Rodríguez, dirigido por el catedrático de paleontología Paul Palmqvist, ha desarrollado un modelo matemático que permite estimar cómo los carnívoros y los homininos –una tribu de primates hominoideos caracterizados por la postura erguida y la locomoción bípeda– se repartían los recursos cárnicos en las comunidades del Pleistoceno inferior.
En concreto, el modelo de Rodríguez evaluó la cantidad de carne disponible y la intensidad de la competencia entre las especies de carnívoros en un momento previo a la llegada de las primeras poblaciones humanas a Europa. No obstante, este modelo se ha usado previamente en los yacimientos de Atapuerca en Burgos y Orce en Granada para un estudio similar, pero entre carnívoros y humanos.
“Partimos de la estimación de las densidades de población de estas especies, en función de su masa corporal y su nivel trófico, es decir según la forma en la que obtienen materia y energía; para luego, teniendo en cuenta aspectos como la tasa de natalidad, la metabólica o la longevidad potencial, calcular sus requerimientos cárnicos y el grado de satisfacción a partir de la biomasa producida por sus presas potenciales, los herbívoros”, explica el catedrático.
“Calculada la biomasa, se modeliza su distribución entre las especies de carnívoros, teniendo en cuenta la información previa sobre tipos y tamaños de presa óptimos para los mismos, permitiendo estimar también las densidades de población que podrían tener estos y, en función de todo ello, el nivel de intensidad alcanzado en la competencia por los recursos”, continúa.
Colonización humana en Europa
La cronología de la primera dispersión del género humano hacia Eurasia desde el continente africano, la cuna natal de la humanidad, se ha visto sometida a debate durante las últimas décadas. Así, la presencia humana más antigua fuera de África se encuentra en el yacimiento de Dmanisi (Georgia, Cáucaso), cuya edad se sitúa en torno a un millón ochocientos mil años.
 La presencia humana más antigua fuera de África se encuentra en el yacimiento de Dmanisi 
En cambio, según los investigadores, los asentamientos del subcontinente europeo son sistemáticamente más jóvenes, como ocurre con los yacimientos de Barranco León- y Fuente Nueva en Orce (Granada), con una cronología de un millón cuatrocientos mil años, o Sima del Elefante en la Sierra de Atapuerca (Burgos), con alrededor de un millón doscientos mil años.
“Este desfase temporal sugiere que la demora de casi medio millón de años en la colonización humana de Europa occidental pudo venir motivada por la existencia de condiciones ecológicas adversas, aunque el retraso también pudo deberse a la existencia de barreras a dicha dispersión, como las cadenas montañosas y los grandes cursos fluviales que salpican la geografía europea, que dificultarían los movimientos de las poblaciones humanas”, aclaran.
El retraso de presencia humana en Europa
El yacimiento paleontológico orcense de Venta Micena, en Granada, ha sido el escenario elegido para el desarrollo de este trabajo. Con una cronología doscientos mil años anterior a la de los dos yacimientos de la región con presencia humana, Barranco León y Fuente Nueva, registra condiciones ambientales y faunísticas previas a la llegada de las primeras poblaciones humanas al margen occidental de Europa.
Tras la caracterización ecológica de la zona, a partir del modelo numérico del investigador de la UMA, se concluyó que la abundancia de recursos para los carnívoros era, en tiempos de Venta Micena, entre un 25 y 30 por ciento mayor que la disponible luego en Barranco León y Fuente Nueva.
“Estos resultados demuestran que el retraso en la colonización humana de Europa no se explica por la exclusión competitiva por parte de los carnívoros, en particular las hienas con las que competían por la carroña, ya que tales especies contaron en estas cronologías con una mayor abundancia de recursos para la caza”, afirma Palmqvist. Ambos investigadores proponen que se contemple otro tipo de barreras como causa de este retraso de presencia humana, tales como las climáticas y ambientales, o las de naturaleza puramente geográfica.

Fuente: Universidad de Málaga

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